El jardín al fin del mundo
Si el presente status-quo de erosión de suelos, contaminación por carbono y calentamiento planetario continúa, estamos ante tan solo 60 cosechas más antes que podamos dejar de cultivar el 95% de los alimentos de los que dependemos los humanos para vivir. Al mismo tiempo, la manera de prevenir esta calamidad está al alcance de la mano: agricultura orgánica regenerativa. Es por esto que Patagonia se ha unido con el Instituto Rodale para liderar la Alianza Orgánica Regenerativa (ROA)– una coalición diversa de organizaciones y empresas en las áreas de agricultura, ganadería, salud del suelo, bienestar animal y equidad entre agricultores y trabajadores- para crear una Certificación Orgánica Regenerativa (ROC) que identifique y promueva las prácticas (labranza mínima, asociación de cultivos, cultivos intercalados, ausencia de químicos) que aseguren nuestro futuro.
“En Patagonia, no somos ajenos a liderar grandes cambios y promoverlos entre los clientes” dice Rose Marcario, CEO de Patagonia. “La nueva certificación para la agricultura orgánica regenerativa establecerá una vara alta para las marcas, proporcionará orientación a los consumidores y llevará este movimiento tan necesario al siguiente nivel”.
Lo que es relevante para los cultivos alimenticios también es cierto para quienes producen fibra para la confección, y dentro de nuestra propia empresa hemos lanzado programas piloto de ROC con los proveedores de algodón orgánico, así como de lentejas, granos y búfalos para nuestra línea de alimentos, Patagonia Provisions.
Junto con nuestros socios de la Alianza Organica Regenerativa, continuaremos recopilando e incorporando la opinión pública, y llevaremos a cabo una serie de auditorías piloto con un pequeño grupo de productores y organismos de certificación para comprender cómo se pueden implementar mejor los estándares ROC a nivel de granja y rancho. Y estamos escuchando y compartiendo historias de pioneros en el campo como este, de dos huerteros en la Patagonia Chilena.
Agricultura Biointensiva en la Patagonia
A 2.000 kilómetros al sur de Santiago, rodeado de montañas en la región de Aysén, se encuentra el imponente Valle Chacabuco, una antigua estancia con un pasado potente, cuna de la colonización en la región.
El año pasado, este valle, con sus más de 80.000 hectáreas, fue donado al estado chileno por Tompkins Conservation, uniendo la Reserva Jeinimeni al norte, y la Reserva Tamango al sur, para crear el Parque Nacional Patagonia, que hoy protege ecosistemas de estepa patagónica, humedales, glaciares y vida silvestre en recuperación, garantizando el más alto nivel de protección nacional a sus 263.000 hectáreas.
Dentro del parque y en medio de la pampa, existe un pequeño huerto, guardado por dos agricultores jóvenes.
“Estudiamos agronomía en la zona central de Chile, donde la agricultura convencional y el modelo de economía a gran escala arrasó con los suelos y la biodiversidad.
Vivimos en carne propia la contaminación por fertilizantes y pesticidas, la erosión de los suelos y los incendios. Casi todo el paisaje de la zona central alguna vez fue bosque nativo y abundantes praderas, hoy es casi un desierto. Casi nadie se acuerda que acá antes vivían guanacos, pumas y cóndores.
Al entender esto te das cuenta que no hay otra opción. Sentimos la urgencia de cambiar la forma de producir alimentos y de relacionarnos con la naturaleza. Elegimos hacernos cargo.
Vinimos a la Patagonia porque es una región donde la agricultura industrial no ha llegado. Es una gran oportunidad de hacer un cambio a escala regional a largo plazo.
Llegamos al parque como voluntarios, y nuestro principal objetivo fue abastecer de alimentos frescos a los trabajadores y al restaurante, equilibrando la productividad con la belleza, ya que todos los parques construidos por la Fundación Tompkins inspiran a través de ella.
Nuestro segundo objetivo, pero no menos importante, fue desarrollar un método de agricultura regenerativa adaptado al contexto local. Queremos demostrar que puede ser una alternativa económica real. Tomamos datos de todo lo que hacemos, desde tiempos de trabajo y rendimientos por superficie, hasta días desde siembra a cosecha.
El 80% de los alimentos consumidos en la región son importados desde el norte, donde son cultivados con métodos convencionales. Los jóvenes migran a la ciudad porque no hay oportunidades de trabajo en el campo, y éstos quedan abandonados. El promedio de edad de los agricultores en la región es 60 años.
Cuando llegamos no teníamos un método de trabajo adaptado a la región, teníamos experiencia en huertos orgánicos pero en otro contexto, por lo que hacíamos lo que podíamos. Con el tiempo conocimos el trabajo de John Jeavons, y luego el de Eliot Coleman, Curtis Stone y Jean Martin Fortier. Nos cambió la forma de trabajar.
La agricultura biointensiva es un método a escala humana, no depende de combustibles fósiles y trabaja con suelos vivos. Por lo que no solo no usamos fertilizantes ni venenos, si no que cada año el suelo es más fértil, gracias al compost, abonos verdes y rotación de cultivos.
Usamos flores para atraer insectos y así favorecer la biodiversidad. Construimos casas de aves para que vivan en el huerto y se alimenten de los insectos que podrían causar daños. Es un espacio de abundancia y belleza, donde la vida vibra.
La última temporada cosechamos más de 3,5 toneladas de productos frescos en un espacio muy reducido, utilizando sólo compost que fabricamos acá mismo con los desechos de las casas y el restaurante. Cultivamos más de 35 variedades de hortalizas y unas 20 especies más entre flores y hierbas medicinales.
Estos cuatro años han pasado por el huerto voluntarios de todas partes del mundo. Es un movimiento pequeño pero cada vez con más fuerza.
El experimento sigue adelante, cada año de prueba y error, registro y replanificación. Generando información de acceso público para que otros puedan cultivar en la Patagonia.
Nuestro propósito es demostrar que otra agricultura es posible. Romper el paradigma actual de la agricultura convencional. Queremos cultivar alimento real por que nos importa. Nos hacemos cargo.
Hoy dejamos el huerto del Parque Patagonia en manos de un nuevo huertero, Ángel. Con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria del Ministerio de Agricultura y del Gobierno Regional, comenzaremos un huerto fuera del parque. El objetivo es validar el método biointensivo en un contexto de comercialización real para la región de Aysén y transmitir la experiencia a los agricultores locales para que se inspiren y así comenzar el largo camino para que la región sea reconocida como un lugar donde la agricultura genera abundancia de alimentos reales, biodiversidad, fertilidad natural a los suelos y potencia el desarrollo de comunidades saludables.
El Huerto de Cuatro Estaciones te invita a postular al programa de aprendices, de un mes. El objetivo es inspirar, educar y empoderar a futuros agricultores en cómo manejar un sistema agrícola basado en las prácticas de la agricultura regenerativa, esta temporada, enfocado en la producción biointensiva de hortalizas para comercializar.